Los meses marzo y abril son ideales para pescar patíes en el Río de la Plata. Bien pescado, es un pez que da grandes satisfacciones a quienes disfrutan de poder tener una contienda con un verdadero peso pesado.

Citamos al patí (Luciopimelodus pati) entre los grandes de agua dulce, y es sin duda alguna para los pescadores deportivos uno de los peces más populares. Pertenece al grupo de los Silúridos. Comparte esta categoría taxonómica con bagres, armados, manduvíes, surubíes, etc.

Son peces de fondo que pueden pescarse durante todo el año, pero la época de mayor presencia y actividad en el estuario del Plata es entre los meses de diciembre y abril. Si bien su captura se realiza durante todo el día, las horas de la noche son las de mayor eficacia dado que se trata de animales de hábitos crepusculares y nocturnos.

Típicamente Siluriforme, presenta un cuerpo tosco y poco grácil. La cabeza es grande y en ella se destaca una boca enorme con pequeños dientes dispuestos a modo de placas que el pescador conoce comúnmente con el nombre de “raspadillas”. En la periferia bucal se observan largos barbillones que constituyen un verdadero sustituto de la visión, puesto que el patí vive en aguas turbias y cenagosas en las que la visibilidad es muy dificultosa, pese a ello, sus pequeños ojos ubicados sobre la cabeza están adaptados para la mencionada contingencia.

El aparato locomotor está conformado por ocho aletas, todas ellas carentes de rayos espinosos: dos pectorales, dos ventrales, una aleta anal, una caudal de finos lóbulos, una dorsal y una extensa adiposa. Las aletas interactúan con la poderosa musculatura de la región caudal, y esta característica se expresa en la lucha que ofrece especialmente cuando lo acercamos a la superficie.

Como todos los miembros del grupo al que pertenece es un pez de piel desnuda dado que carece de escamas. No obstante, la protección está garantizada dado que la dermis genera una gruesa capa de mucus que resguarda a la piel de los cambios bruscos en el PH del agua y de la lacerante acción de los parásitos externos.

La coloración del patí presenta varias alternativas. Esto es en razón de la abundante cantidad de células pigmentarias que se encuentran en la piel llamadas cromatóforos. Estas estructuras celulares reaccionan a pautas impuestas por el medio externo como la temperatura, salinidad y transparencia del agua. En cautiverio ostenta una bellísima tonalidad azul plomizo con destellos irisados. En libertad, los ejemplares juveniles son de color gris y cuando se trata de patíes grandes aparecen manchas oscuras en ambos flancos. En todos los casos el vientre es definidamente blanco.

Su régimen alimentario es muy amplio. Omnívoro a la hora de la escasez, devora todo lo que considere comestible. Cuando la abundancia le permite seleccionar su dieta es un gran predador que sin empacho da cuenta de mojarras, pequeñas bogas, bagres y sabalitos.

Por las características del medio que frecuenta, el olfato cumple un papel fundamental en la búsqueda del sustento, factor que debe tenerse en cuenta a la hora de la elección de las carnadas. Los filetes de carnada blanca, un llamativo “pulpo” de lombriz y algunas vísceras y carnes rojas  en avanzado estado de descomposición son cebos inmejorables, pero aguas afuera del Plata una vivaz anguila o una morena seguramente nos otorgarán la posibilidad de una excelente captura.

Luciopimelodus pati es una especie que el pescador deportivo aún no ha aprovechado en su total magnitud, tal vez por desconocimiento. Muy pocos pescadores dan crédito a los relatos que aseguran con vehemencia y desbordante entusiasmo que es posible obtener ejemplares de hasta 20 kg. de peso a pocos minutos de la ciudad de Buenos Aires.

Suele alcanzar grandes y sorpresivas dimensiones. En lugares profundos es habitual obtener grandes peces de siete a diez Kg., y no frecuente pero muy posible es la captura de algún gigante de más de un metro de longitud y entre quince y veinte kilos de peso.

Por supuesto, puede pescarse un gran patí desde muelles como el del Club de Pescadores de Buenos Aires sobre el río Paraná Guazú, que en varias ocasiones rindió durante la noche peces de hasta 7 kg., pero la pesca embarcada y en especial al garete, es sin dudas la más rendidora si buscamos uno de los grandes.

En el Río de la Plata existen lugares que son verdaderas citas para el Gran Patí. Nos referimos a los Pozos del Barca Grande, al Canal Buenos Aires y a la zona conocida como “La Depresión”.  Como ya citamos, la modalidad ideal para llevarse a cabo es el garete, conocida también como “a camalote” o “pindá” y consiste en derivar la embarcación para tentar a  los peces en un mayor radio. También puede pescárselo con la embarcación anclada, pero las posibilidades van a ser menores.

En cuanto al cuidado en el garete, es recomendable tener especial atención en “La Depresión” dado que en esta zona abundan los espineles de depredación comercial y no es agradable enredar en ellos nuestras líneas o lo que es peor, el “muerto” de nuestra embarcación si es que lo estamos usando.

El equipo a utilizar deberá estar compuesto por una caña de 1.80 a 2.20 m. de acción de punta para efectuar una buena clavada sin inconvenientes y un reel preferentemente rotativo cargado con 200 m. de multifilamento.

El aparejo es muy sencillo. Se trata solamente un plomo pasante de no más de 20 g. de peso sobre el nylon del reel y en el extremo atamos un leader resistente que estará complementado por un anzuelo de tamaño importante y muy bien afilado, teniendo siempre en cuenta que estamos intentando capturar un pez que tiene una gran bocaza. El plomo no debe superar el gramaje mencionado porque de ser más pesado, el engaño arrastrará el fondo y se llenará de algas, vegetales en descomposición y limo, restándole atractivo a la carnada. Como sugerencia recomendamos pescar con la línea trabajando por lo menos a 50 m de la embarcación. Así hemos obtenido los mejores resultados.

OTROS PATÍES

También se conoce con el nombre vulgar de patí a Perugia argentina o patí de aletas negras y a Megalonema platanum o patí mal anuncio.

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