Presentamos algunas de las características generales de uno de los exponentes más emblemáticos de la pesca fluvial: la boga. Una brava especie de líneas elegantes, para disfrutar.

Indudablemente esta especie se encuentra entre los peces de agua dulce más populares. Los recién iniciados en la pesca recreativa hacen sus primeras artes pescándola junto a bagres y mojarras. Creo que todos hemos hecho nuestras primeras experiencias capturándola en ríos y arroyos. Pero, a medida que vamos conociéndola, ajustamos técnicas y equipos para enfrentar a un pez aguerrido y muy enérgico que vende cara su derrota. De hecho hay quienes comparan su bravura en la lucha con la del mismísimo dorado. Por lo tanto, para estar acorde a su elegancia y energía, merece ser distinguida jerarquizando su pesca empleando elementos convenientemente sutiles.

Morfológicamente es un pez maravilloso. De líneas esbeltas y con una notable musculatura es uno de los grandes nadadores del medio acuático, hecho que se manifiesta en las veloces corridas y en la lucha que presenta desde el extremo del aparejo una vez clavada. Su cabeza es relativamente pequeña en relación con el resto del cuerpo. En ella se observa una boca chica de labios débiles. Los dientes, parecidos a los incisivos de los lagomorfos (de allí el nombre del género: Megaleporinus = liebre), están presentes en número de 6 en ambos maxilares, y obedecen a un régimen alimentario de carácter omnívoro con preferencia por granos y semillas (granívoro).

Por tales características se agrupa en multitudinarios cardúmenes en zonas aledañas a muelles con cebadero o frente a puertos y atracaderos donde puede obtener granos de maíz y de otros cereales que en esos lugares llegan al agua en cantidad. Las carnadas más eficaces para tentarla son el salamín y el chorizo colorado en daditos, el corazón vacuno, los trozos de carnada blanca, los granos de maíz fermentado, las pastas aromatizadas, el caracol de río, etc.

Hace un poco más de dos décadas, llegó accidentalmente a nuestras aguas dulces Limnoperna fortunei. Se trata de un molusco bivalvo proveniente del sudeste asiático que de manera inmediata a su proliferación en el Plata pasó a integrar la dieta de la boga como fuente de grasas y proteínas.

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Por lo ya expuesto, su régimen de alimentación es muy amplio, lo que nos permite tener una gran variedad de cebos para intentar su pesca.

Las características de la boca de la boga deben tenerse en cuenta a la hora de presentar la carnada. Esta especie “roe” su alimento desde afuera hacia adentro, por tal motivo, se sugiere preparar pequeños dados en el caso de que se encarne con corazón vacuno, salamín, etc. o pequeñas bolitas si se trata de pastas elaboradas a base de cereales.

Su color es gris parduzco en el lomo y blanco en ambos laterales, los flancos están atravesados por tres franjas longitudinales que se hacen notables en individuos adultos. Dichas manchas se producen por la expresión de células pigmentarias de la piel llamadas cromatóforos que reaccionan a estímulos provenientes del medio en el que viven (transparencia, temperatura, grado de salinidad del agua, etc.). El vientre es blanco definido.

Posee ocho aletas, todas ellas de rayos flexibles. En algunos ejemplares se observan intensos anaranjados y amarillos en las aletas ventrales, anal y caudal. El cuerpo se halla protegido por una fina capa de mucus y está cubierto por escamas cicloideas que son las que ante los ojos del avezado Biólogo, delatarán su edad.

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