Una vez más, las travesías del buen vino nos llevan a explorar el curso de un río. Los bretones lo llamaron Liger y para los locales Loire. Tiene la máxima distinción de ser el más extenso de su país. Nace en el Macizo Central en Ardèche y desemboca en el Atlántico. A lo largo de su recorrido, de un poco más de mil kilómetros, se encuentran algunas de las joyas más admiradas de Francia.
A primera vista impresionan los famosos castillos. Esta maravilla de la arquitectura, que por sobre todo refleja el esplendor del Renacimiento francés, puede variar la vista del visitante con fortalezas, castillos y palacios que en su origen más remoto datan de tiempos medievales. Sus cimientos indestructibles han sobrevivido a guerras, pestes y saqueos; atesorando un sinfín del arte más codiciado que dejaron grandes como Da Vinci, Murillo, Poussin, Rubens, Le Tintoret, Veronese y muchos otros de la época.
En su recorrido, el paisaje más natural lo dibujan los viñedos. Aquí también, la experiencia nos llevara por una sorprendente variedad de estilos bajo el savoir faire único de la región.
Dominada por apelaciones de vinos blancos, sin embargo, bien vale la pena hacer una parada en Chinon donde la variedad Cabernet Franc ofrece tintos fragantes y jugosos. Más cercano a la ciudad de Tours, se encuentran los viñedos de Vouvray donde los blancos de Chenin Blanc muestran un mundo frutal y ligero que encanta el paladar.
La singularidad de la región, indiscutidamente, se encuentra en las apelaciones de Sancerre y Pouilly Fumé a medio camino del río. Ambas enfrentadas en lados opuestos del Loira poseen su propio carácter, aunque comparten el encanto del más fino Sauvignon Blanc. Sus vinos son sabrosos y muy expresivos. Las notas que predominan son las hierbas, los espárragos, los cítricos como la lima, y tropicales como el maracuyá. Los aromas minerales y de sílex son únicos a estos suelos. Blancos de carácter seco, vibrante y de acidez elegante.
El prestigioso productor Pascal Jolivet comentó
“El difunto Kit Stevens Master Wine dijo una vez, Sancerre es como la primavera, Pouilly-Fumé como el verano, lo que significa que Sancerre es más accesible de inmediato en su juventud, pero con Pouilly-Fumé, tienes que esperar”.
Imperdible el maridaje con queso de cabra, salmón ahumado, mejillones y ostras frescas. Si andas por la región no te pierdas la oportunidad de unas copas de Francoise Cotat en Sancerre y Baron de Ladoucette en Pouilly Fumé.
¡Hasta la próxima travesía Capitán!