A pocos días del mes de septiembre, vale hacer un recorrido por la temporada de pesca de pejerrey en el Plata. Ya en los primeros días de abril, aparecieron las primeras “flechas” en las embarcaciones de aquellos que sin poder dominar su ansiedad, necesitaban ver “correr” las boyas. También tempranera fue la presencia de esta especie en los muelles. Suelo pescar en el espigón del Club de Pescadores de Buenos Aires y de manera sincrónica a quienes se adentraron en el río, los apresurados pescadores costeros dieron con los primeros ejemplares.
El río actuó de manera rara, como el clima. Los peces acusan recibo de las variaciones meteorológicas que se salen de contexto. Durante todo el otoño y lo que va del invierno, la temperatura paseó de 1 o 2 grados a los 25 en varias ocasiones, y eso los peces, lo sienten.
Sí la zona sur tuvo su palmarés. Los pescadores de Magdalena y referencias aledañas disfrutaron de una temporada estable con calidad y cantidad de peces. No así la zona a la que llamamos “norte”, que distó mucho de los rindes de otras temporadas.
Por qué hablamos en pasado y recurrimos a reflexiones y pensamientos? No existe una legislación tangible que limite la pesca del pejerrey en el Río de la Plata, pero llamamos a la conciencia, a modo de un Kantiano imperativo categórico, una ley de honor que debe venir desde adentro.
A fines de agosto, los últimos fríos y la luz día que se va extendiendo en pos de la primavera indican a Odontesthes bonariensis (así llama la ciencia al pejerrey del Plata) que es momento de comenzar a reproducirse. Los machos cortejan a las hembras que se van repletando de huevas. Es la perpetuación de la especie. Y eso debe respetarse, aunque no haya una legislación que lo exija, debemos ser nosotros, nuestro imperativo categórico.
Hay zonas del Plata que conglomeran a los pejerreyes para la reproducción como por ejemplo la que se conoce con el nombre de “La Raja”, por dar una referencia. Es un verdadero despropósito pescar allí en los albores de la primavera. Aprovechemos los últimos días de agosto, y el 1 de septiembre, comenzaremos a desempolvar los equipos de pesca estival y a escribir sobre bogas, dorados y otros habitantes del río.
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