Los últimos años de siglo XIX presenciaron la llegada de una gran ola de europeos arribando a las tierras del sur. Venían a hacerse la América. No dejo de pensar como se vería la ciudad de Buenos Aires en esa época … Para entonces una galería de cruces culturales. Cada uno que llegaba dejaría sus huellas.

Un largo camino a las tierras vírgenes de Argentina que para muchos significaba dejar la familia y su pueblo. Para otros el reencuentro con relaciones que se habían despedido tiempo atrás.

Sin dudas, para todos era una oportunidad de progresar.

Así fue que en 1880 llega el joven Miguel Escorihuela Gascón. Con tan solo 20 años trabajó un tiempo en Buenos Aires; la gran ciudad. Dos años más tarde, el destino lo llevo a la provincia de Mendoza. El aragonés lleno de energía y pasión por el trabajo se sintió muy a gusto y, rápidamente, se asoció a su amigo José Diaz Valentín para fundar en 1884 Escorihuela S.A.

La marca ha sido protagonista de marcas icónicas para el paladar argentino con etiquetas como Carcassonne que supo ser el vino preferido de la elite porteña.

Desde entonces, insertada en el corazón de Godoy Cruz la Bodega Escorihuela Gascón se jacta de ser la más antigua de Mendoza. Y tener una magnifica colección de vinos con gran participación en los mercados más exigentes del mundo.

Con viñedos en Agrelo y el Valle de Uco el equipo del joven experimentado enólogo Matias Ciciani Soler vinifica las variedades más nobles para elaborar vinos de gran carácter y sutil elegancia.

Si viajan a la bella ciudad de Mendoza no pueden perderse una visita a esta joya de la historia mendocina. En la sala de crianza donde descansan los mejores vinos en barricas y fudres de roble se encuentra una pieza única que demuestra que Don Miguel Escorihuela Gascón era un hombre que apuntaba a la calidad máxima. Así lo demuestra el tonel de roble de Nancy construido en 1910 con la asombrosa capacidad de 63 mil litros donde se criaban los grandes vinos por entonces.

Les recomiendo en particular la etiqueta Pequeñas Producciones Syrah con notas de fruto negro, hojas secas, regaliz y leves tostados. Un vino jugoso, de buena estructura, taninos sedosos y grata frescura. Si van por una segunda copa todos los Cabernet Franc que elaboran son imperdibles. Por supuesto, el Malbec brilla con su majestuosa presencia en todas las líneas de etiquetas.

¡Hasta la próxima travesía Capitán!